viernes, 23 de junio de 2017

VIAJAR POR VIAJAR

         
       No hace mucho tiempo un conocido me preguntaba ante mi falta de ilusión por viajar a ver los lugares que todo el mundo conoce, y porqué en mis excursiones siempre volvía a los mismos sitios cercanos a casa; en ese momento y para afrontar la difícil explicación recordé que hace años leí en una revista la entrevista a un escalador, y aunque su nombre era desconocido para mí lo ponían de entre los que hacían actividades interesantes en este deporte, pero que no era muy popular porque no iba de expedición a subir famosas montañas del Himalaya, muy sinceramente explicaba que a él lo que le gustaba era escalar y que cuando vas de expedición se pasan la mayor parte del tiempo viajando y en proporción muy poco tiempo escalando, por eso prefería quedarse cerca de casa que aún quedaban retos importantes que realizar con la escalada.
         Así que yo, no sintiéndome “ya solo en el mundo” le respondí que por dos razones no me gustaba viajar por viajar:
Por una parte estaba que los lugares a los que volvía eran como los amigos verdaderos, a los cuales no ves habitualmente, no les felicitas su cumpleaños, ni les haces regalos en navidad, pero sabes que siempre estarán ahí y de tiempo en tiempo te gusta estar con ellos, simplemente para ver que tal les trata la vida y comprobar que debajo de cargas familiares, dolores y problemas cotidianos, su espíritu sigue siendo el mismo que te hizo ser su amigo.
    Por otra parte los sitios a los que vuelvo repetidamente son lugares cercanos, por lo que pierdo poco tiempo desplazándome, su territorio me acepta y me va descubriendo secretos en cada visita, entre otras cosas porque en cada visita  busco o me interesaban cosas diferentes del mismo lugar, por lo que en cada visita mi mente (mis deseos, intenciones e intereses) es diferente a pesar de que el lugar es el mismo. Seguramente la primera vez habré ido con una visión de excursionista, el lugar me parecía interesante y además estaba cerca; después si he leído algo sobre la geología veo su relieve o las rocas que lo forman, en la siguiente visita a lo mejor me fijo en determinadas plantas y casi no veo las piedras del suelo, después de haber hablado con algún habitante de la zona, veo como se me insinuaban antiguos caminos tapados por la vegetación o campos abandonados. Y así en cada visita cambiaba el paisaje aunque el territorio siempre es el mismo, y la suma de todos los paisajes hace que el lugar sea especial para mí pues, tengo muchas lecturas del mismo territorio, lo comprendo y me siento como en mi casa, y además como esta cerca puedo ir en cualquier momento y no tengo que eseprar a unas vacaciones a organizar un viaje etcétera.

        
     Tal vez ahora es cuando debo explicar las diferencias cuando hablo de territorio y cuando hablo de paisaje. El territorio es un espacio físico dado con unos limites naturales o artificiales pero interpretado desde el punto de vista de la ciencia; cada ciencia (geología, biología, etcétera)estudia una parte y nos da una información lo más objetiva posible. La información mejora en calidad cuando conectamos varias ciencias (geografía, ecología entre otras), así el medio natural nos puede ayudar a entender el poblamiento humano, y los aprovechamientos que hacemos (o hemos hecho) del medio natural nos permite entender su estado actual.
         Desde el momento que yo interiorizo ese territorio, lo veo con mis ojos se transforma en paisaje. Por lo que cada territorio generará tantos paisajes como visitantes o al menos como intereses de esos visitantes, incluyendo por supuesto a los habitantes o simplemente a los que trabajan en él, ningún paisaje será falso, aunque no todos serán igual de ciertos o valiosas y todos serán necesarios para conocer y para comprender el territorio.
         Seguramente a los lugares donde todo el mundo quiere ir, los lugares de moda y a pesar del gran número de visitantes, generen muy pocos paisajes diferentes en especial en los momentos de máxima afluencia; hace unos años en una jornadas sobre museos pirenaicos nos dio una conferencia un señor, perdonad que halla olvidado su nombre, sobre los turistas que era su tema de estudio; contaba la focalización de determinados lugares, de partes muy concretas de estos, incluso entre las personas que viajaban por su cuenta y el poco tiempo que dedicaban al motivo del viaje. Comentaba como el viaje se había convertido en un rito social y que se debía cumplir de forma precisa, si vas a Granada y no vas a la Alhambra a que has ido? .

         Ahora habría que añadir que ya no solo es ir al lugar que todo al mundo ha visto, y hacerse la foto que mostrabas a las visitas en su voluminoso álbum,  lo importante ahora es difundirlo por las redes sociales al momento, sin seleccionar (ni eliminar nada), sin reflexionar sobre lo visto, lo vivido y seria de esperar lo aprendido; enseñarlo no para compartir sino para dejar claro: “chínchate yo estoy aquí y tu no”.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Yo, que ahora he conseguido huir de la gran ciudad que me estaba matando, no viajo nada porque todo lo que necesito lo tengo cerca de mi: árboles, animales y aire puro. Es como el que se ha enamorado, ¿para qué voy a cambiar de pareja si él/ella tiene todo lo que he 😏buscado durante toda mi vida?.

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