viernes, 9 de junio de 2017

TRASMOCHOS NAVALES

Pero en las épocas de gran demanda de madera para la construcción naval lo mas importante no era  que esta fuera la adecuada por su resistencia a: esfuerzos, humedad,  salinidad y a todo el conjunto de organismos que se empeñan en devolver sus moléculas al ciclo de los nutrientes (pudrición).  Esto se reflejaba en la preferencia de una especies determinadas, unos tamaños y unas formas.
Para que los barcos fueran mas resistentes no se empleaba cualquier madera, en el casco dominaba el roble por su dureza y por la resistencia de su duramen a la humedad, mientras que el pino se usaba en la tablazón y en las partes donde era necesaria la ligereza y la flexibilidad, como en los mástiles; en este caso lo ideal era el abeto con sus troncos rectos y enormes pero no se encontraban en todas partes, solo en los Pirineos.
Pero aún teniendo la madera de la especie adecuada y el tamaño requerido, no valían árboles de cualquier lugar, en las coníferas se preferían las que crecían en lugares con condiciones difíciles, de escaso crecimiento con anillos de crecimiento estrechos, que da una madera más densa y resistente. Con las frondosas ocurría lo contrario se prefería los que venían de zonas húmedas que permitan a los arboles un mayor crecimiento y madera mas dura.
Recorrido de Sakoneta en Alsasua
El siguiente problema era que al menos en el casco las piezas son curvas, madera de compás, y aunque la madera se podía labrar al hacerlo se corta las fibras de la madera, y en la zonas de mayor tensión esto reduce su resistencia. Lo ideal era encontrar las piezas ya preformadas en el árbol, es decir con un aspecto parecido al de la piezas que saldría de él. De esta manera el árbol ya había solucionado mejor el problema de las tensiones depositando en esas zonas más y madera y mas dura.
      Para solucionar que la madera de roble tuviera la forma necesaria se recurría a podarlos. Los árboles se podían dejar bravos que crecieran de forma natural solo realizando pequeñas podas, trasmochos sin guiar o trasmochos guiados. Hubo incluso una legislación para facilitar el que hubiera madera adecuada para la construcción de barcos que obligaba a dejar una parte de los trasmochos guiados en “horca y pendón”,  dejando un tramo vertical y una rama principal para después de ahí y después de varios años tener una pieza curva o una bifurcación, el corbatón, incluso quedo un dicho “si roble vas a podar, horca y pendón has de dejar”. Por supuesto que había conflicto, pues los propietarios de los árboles procuraban podarlos con la forma y la frecuencia según sus necesidades.


Trozo de madera con plantilla en el astillero de Albaloa en Pasajes
Tenemos un buen ejemplo de estos trasmochos guiados en Alsasua (Navarra), a unos 50 km de la costa, de ahí partían piezas de madera hacia los astilleros de San Sebastián incluso debían cambiar de cuenca orográfica, pero el valor de esa madera justificaba el viaje. En la actualidad en la citada población encontramos el recorrido de Sakoneta donde en un robledal se han dispuesto las plantillas de las piezas de madera requeridas para la construcción naval frente a los árboles que las podrían haber proporcionado.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario